El neuropsiquiatra Julián de Ajuriaguerra define como Inestabilidad Motriz a la “...incapacidad para permanecer en un sitio, y a menudo, una actividad motriz inútil”.
Según el Diccionario de Psicología de Alberto Merani “se caracteriza por desajuste motriz, pequeños movimientos parásitos, incapacidad para permanecer inmóvil y reactividad muy viva”.
Henri Wallon ha reunido sus investigaciones en relación a las conductas de inestabilidad en un libro cuya traducción al castellano es El niño turbulento (o El niño revoltoso (1925); el término turbulencia caracteriza el exceso de movimiento sin intencionalidad productiva o comunicacional directa (o fácilmente decodificable). En dicha obra dice: “...la excitación (sensitivo-emocional), prescindiendo de la representación por el acto, se descarga inmediatamente sobre la esfera motriz en lugar de propagarse conmoviendo y secretando la conciencia”.
Daniel Calmels, psicomotricista y escritor, refiere que “La observación demuestra que el niño con hiperactividad no presenta un aumento de sus actividades, sino una ausencia o trastorno en la resolución o realización de estas. Lo que el niño no puede realizar es comenzar-continuar-terminar un movimiento volcado hacia un fin determinado. El niño inestable está impedido de la acción que conduce al acto. Hay una hipermovilidad, sin una causal prefijada, o si esta existe no llega a resolverse en su totalidad. Un niño inestable, en el real sentido de la palabra sería aquel que se compromete con una cantidad excesiva de actividades, para lo cual se requiere de un monto de atención considerable.” (Extraído de: Trastornos en el desarrollo infantil, Capítulo III, Colección dirigida por Jaime Tallis, Buenos Aires Miño y Dávila, 2002.)
El niño con inestabilidad psicomotriz, entonces, es incapaz de inhibir sus movimientos, así como la emotividad que va ligada a éstos.Es incapaz de mantener un esfuerzo de forma constante y se muestra muy disperso. Suele predominar la hiperactividad y las alteraciones en los movimientos de coordinación motriz. Hay una constante agitación motriz.La tendencia a trepar y subir, para luego saltar, es un rasgo común, buscando en estas experiencias un encuentro particular con su cuerpo en el momento de la caída.
Suele tratarse de un niño problemático y mal adaptado escolarmente; presenta problemas de atención, de memoria y comprensión, así como trastornos perceptivos y de lenguaje. El propio fracaso escolar aumenta su desinterés por los aprendizajes desencadenándose toda una secuencia de alteraciones que recaen a su vez sobre otras.
Se trata de una agitación continua y desordenada, sin un objetivo útil en relación con una tarea. El niño presenta necesidad de movimiento y de contacto excesivo, que no puede satisfacer.
A menudo son niños muy emotivos resultando difíciles sus relaciones. Se puede distinguir dos tipos de inestables psicomotores:
Los que padecen un trastornos genético o neurofisiológico posiblemente hereditario o traumatismo orgánico. O aquellos cuya inestabilidad esta más relacionada con traumatismos psico-afectivos, o que pueden estar relacionados con una inseguridad y una inestabilidad del medio.
Esta última definición, es la que más nos interesa dentro del contexto de estudio de la psicomotricidad. La separación o la ausencia de los padres y la inseguridad del medio de vida o del entorno, contribuyen a esta falta de maduración psíquica y motriz.
Detección
En el ámbito escolar nos encontraremos con un niño sumamente difícil de manejar. Es aquel que estará constantemente agitado, no logrando quedarse quieto y perturbando la clase.
Estos niños no se mantienen sentados y, por lo tanto, no responden a la tarea escolar, no prestan atención y no se concentran.
Sus cuadernos suelen ser incoherentes en cuanto a la ubicación espacial y la secuencia de tareas.
Las fallas escolares despiertan en él otras atracciones tales como ser líder, ser gracioso, hablar constantemente y dificultar la tarea de la clase en general. En cuadros más severos, esta inestabilidad dentro del marco escolar, despierta en el niño cierta agresividad, producto de la gran actividad impulsiva y la imposibilidad de compartir con otros niños la clase.
Desde el punto de vista motor, al estar el niño siempre agitado, presenta a menudo tics, tartamudez y otros trastornos de lenguaje; su coordinación motriz está perturbada y su relación con los objetos sufre su falta de control tónico motor.Afectivamente, nos encontramos ante un niño hiperemotivo, generalmente se opone a todo, rechaza constantemente y, tiende enojarse con facilidad.Todas estas características de gran impulsividad para actuar, frecuentemente van acompañadas de una agresividad que puede volverse sobre sí mismo.