Blog de Psicomotricidad, lenguajes expresivos, sensopercepción, tecnologías de ayuda a la inclusión, accesibilidad y diversidad funcional / discapacidad. Patricia Valenzuela, Psicomotricista.

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Humor psicomotriz: "Queridos colegas..."

La licenciada Melkovich Saltzman intentaba introducir su diván por la estrechez de mi puerta, ayudada por un obstinado lacaniano que proyectaba establecer por la fuerza un Centro de Psicodrama en el fondo de mi consultorio, dentro del cual antiguamente ya habían querido instalar un estudio de Kinesioterapia Holística, del que aún se conserva un desvencijado espaldar y un par de mancuernas oxidadas.
Mientras defendía mi espacio terapéutico revoleando una manguera de leds, se me filtraba por la ventana una turba de Terapistas Ocupacionales dispuestas a ocupar la sala blanda y apropiarse de los fisiobalones. Un par de Psicopedagogas revolvía mis cajones violando secretos técnicos largamente atesorados. Una Estimuladora Temprana, aprovechándose del caos, se iba guardando encastres de goma eva de vibrantes colores infantiles.
En un instante, las escaramuzas se transformaron en un zafarrancho de proporciones freudianas; podía percibirse en el aire cómo se protegían las espaldas y los conocimientos adquiridos en rudas noches de estudio, cómo se atacaban en plenas verdades axiomáticas hasta el paroxismo de la neuralgia.
De pronto tocaron el timbre. Pensamos seriamente que se trataba de las Fuerzas del Orden o algún inspector del Ministerio de Salud, pero, para nuestra sorpresa, apareció el que por su aspecto sugería ser un potencial CLIENTE... No sabíamos cuál sería su posible diagnóstico aunque al grito de “Es un Bipolar con Síndrome de Tourette” todos dejaron de pelear y se le abalanzaron, abordándolo con sus distintas modalidades terapéuticas hasta que el supuesto paciente confesó ser el repartidor de pizzas, sumándose a la trifulca más por divertimento que por conocimiento de causa.
Dado el fragor de la batalla, a un Acompañante Terapéutico se le ocurrió vender agua mineral sin gas al lado de dos oscuros libreros que ofrecían manuales de lucha libre.
Es que aquellos no eran toques, ni masajes, ni contactos profundos ni superficiales... Eran verdaderos golpes propinados con astucia científica, conocimiento de la estructura ósea y muscular del oponente y sus terminales nerviosas más sensibles.
Por suerte, unas robustas Eutonistas, haciendo gala de su destreza física, separaron a los más revoltosos que fueron cayendo por la rampa, empujando al resto hacia las colchonetas.
Ya que estábamos todos en el piso, aprovechamos para hacer unos ejercicios de relajación de Jacobson y le dimos un cierre a la jornada, donde se destacó finalmente la frase: “Para un psicomotricista no hay nada mejor que otro trabajador del cuerpo”.
A la salida se repartieron certificados de asistencia y apósitos para las magulladuras.

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