Blog de Psicomotricidad, lenguajes expresivos, sensopercepción, tecnologías de ayuda a la inclusión, accesibilidad y diversidad funcional / discapacidad. Patricia Valenzuela, Psicomotricista.

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Taller del gesto gráfico

El siguiente es un texto de Daniel Calmels compartido por la psicopedagoga Aurora Kochi del blog de Educación (Weblogs Clarín) bajo el título "La mano que aprende a escribir" y que utilizo para acompañar más abajo el trabajo que gentilmente me hicieron llegar estudiantes de la Licenciatura de Psicomotricidad de la Universidad Iberoamericana, Facultad de Ciencias de la Salud de Paraguay. Gracias Naty y Ana por su generosidad :)

Mancha, línea, letra
Primero la pintura, segundo el dibujo y tercero la escritura. Así aparece temporalmente en la vida del niño las distintas producciones gráficas. La pintura vinculada con la mancha, el dibujo y la escritura con la línea.
En los comienzos el niño grafica con elementos dispares y sobre soportes diversos.
Una mancha es motivo para la grafía, un trozo de puré sobre la mesa, una gota de agua, la saliva sobre el dorso de la mano. De esta poligrafía original el niño escolarizado parece dirigirse hacia el monopolio de las grafías alfabéticas.
La pintura nos reencuentra con las primeras manchas impresas sobre el cuerpo. La mancha es forma, el dibujo es figura. La pintura se aprovecha del cuerpo de la mancha, el dibujo se abastece de los espacios que separa la línea. La mancha une, la línea separa. La mancha es ocupación, llena el fondo. La línea es demarcación, inventa el vacío.

Imagen y Magia
cuando la línea
hace al espacio.
Antes que el lápiz no hay nada,
el papel, es un invento del trazo.

La línea crea una presencia simultánea al movimiento de la mano, simultánea y perdurable.
La marca del lápiz es fiel al gesto, deja evidencia de que algo ha ocurrido y es testigo de los movimientos. Temblores, frenos, torsiones, se deducen con sólo inspeccionar la calidad de la huella gráfica; ésta no sólo deja marca del movimiento sino también de su calidad y cantidad.
El movimiento de la mano y la huella son simultáneos, una producción posible de variar.
El trazo da posibilidad de anticiparse, de corregir la próxima línea.
El trazo crea espacio, pero además crea tiempo. Crea espacio en tanto que marca la textura de la hoja, transforma el espacio neutro haciendo visible su existencia. Una línea resulta más que una línea.
Esencialmente crea dos espacios a ambos costados, así como la línea del horizonte descubre el cielo.
En cuanto al tiempo, la línea nos da idea de viaje, así como hay costados en el espacio, en el tiempo hay pasado, presente y futuro.
Si la mano se detiene, el mismo freno genera presencia y deja atrás el pasado. El futuro está a la espera, en tanto trazo posible, pero también como ausencia de trazo.
La hoja en blanco es para el niño una objetivación del concepto de proyecto y de porvenir.
La mancha es primigenia, la línea la secunda como una forma más compleja de la figuración.
La letra se construye con la línea, pero inaugura una forma de escritura de alta complejidad que sigue un curso diferente. Tan es así, que los intentos de modificar la letra perfeccionando el dibujo no dan buenos resultados; por el contrario, despotencian la carga expresiva de la imagen gráfica
El dibujo es un paseo del trazo, la letra una visita guiada.
La imagen gráfica goza de libertad infinita, la letra de libertad condicionada.
Cualquier deformación o combinación inadecuada, coloca la letra y al escribiente en un acto transgresivo que pone la lengua escrita en una situación de ilegibilidad.
Para el niño aprender la cursiva, la “manuscrita”, resulta una situación problemática. Lugar del síntoma dispráxico, espacio de dificultad o de rebeldía frente a la arbitrariedad del signo.
En el aprendizaje de la escritura hay fuerzas que se oponen. El niño debe renunciar al libre albedrío del movimiento, circunscribirlo, enmarcarlo, no escapar de la hoja, acatar los caminos del renglón y respetar los márgenes.

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